NETWORK, UN MUNDO IMPLACABLE
Hoy os traigo el análisis de una película que está estrechamente relacionada con mi carrera y profesión, el periodismo. La película es un esbozo sobre el arduo mundo que supone a veces todo lo relacionado con la comunicación.
La película Network, un mundo implacable, es un cínico aunque ilustrador relato cinematográfico en tono de sátira sobre el difícil mundo de la comunicación.
Esta película supuso un cambio en la forma de entender el mundo de la información de los años sesenta a los setenta, porque relata de una forma magistral el giro ideológico y metódico del mundo televisivo en Estados Unidos.
Supuso también un antes y un después en el ámbito social y cinematográfico, ya que se trata de la última película que incide en una crítica de la sociedad; por lo que refleja de nuevo el cambio de pensamiento socio-cultural.
En esta película destacan varios personajes.
En primer lugar, el presentador de unos informativos de una de las cadenas más importantes de Estados Unidos (CBS), Howard Beale. Este va a ser despedido debido a la baja audiencia de su programa y unos días antes de que esto ocurra, afectado por el alcohol, decide dar un vuelco al informativo anunciando delante de millones de norteamericanos que se va a suicidar en directo en los próximos siete días. Esto, despierta el interés de los espectadores y la audiencia sube considerablemente. Los jefes de la cadena deciden mantener en su puesto a Beale, que se convierte en “el poeta iracundo de las ondas”. Un majadero comunicador capaz de influir en las masas, por el simple hecho de salir en televisión transmitiendo “su verdad”. La verdad que todos los americanos quieren escuchar debido al momento de inestabilidad política y social. El personaje se encuentra en medio del cambio que se produce a finales de los sesenta y principios de los setenta. Es capaz de adaptarse a la nueva corriente a través de la locura y de la ruptura de los valores tradicionales, que se encuentran en peligro, por directivos sin escrúpulos a los que solo les importan las cifras económicas, dejando de lado los principios morales. Es el morbo lo que vende y no la ética.
Diana es una joven y ambiciosa directora de programación de la cadena. Rompe con la idea de que los informativos son meros transmisores de noticias “planas” y representa los valores de un nuevo periodismo sin escrúpulos, cuyo fin es maximizar beneficios.
Es época de terrorismo internacional, y Diana, está interesada en crear una serie “La hora de Mao Tse Tung” que ilustre las acciones violentas de estos grupos, y para ello negocia con estos criminales. La actitud de esta mujer y el papel que desempeña, es el reflejo del periodismo que se está instaurando, es decir, un periodismo cuyo lema se podría definir como “el fin justifica los medios”, y que muestra un mundo despiadado, deshumanizado, donde no queda espacio alguno a la consideración humana.
Este tipo de periodismo, se ve reflejado, en la historia de Howard Beale.
La gente no ve su informativo, por lo tanto baja la audiencia, esto hace perder dinero a la cadena y que ellos quieran retirar su programa. Él, un día se arma de valor y hace unas declaraciones que hacen subir los picos de audiencia como ya hemos explicado anteriormente. Su popularidad va en aumento, y al ver que es un ídolo de masas, los directivos de la cadena deciden crearle su propio show. Al principio funciona muy bien, convirtiéndose en uno de los más vistos de Estados Unidos. Un día deja de dar audiencia al ser obligado a cambiar sus predicaciones por el mandamás de la cadena, ya que había desvelado información secreta de la compañía. Su discurso cambia de una forma deliberada, suponiendo una estrepitosa bajada de audiencia que hará perder mucho dinero a la cadena.
El dueño de la compañía, al haber sido el responsable del cambio de discurso de Beale, quiere mantener el programa en emisión. Por otro lado, los responsables de la cadena, están en desacuerdo pero no tienen potestad para suprimirlo. Por ello, estos directivos llegan a la conclusión de que matarle es la única solución. Es el grupo terrorista, como presentación de “La hora de Mao Tse Tung” el que acaba con la vida del presentador en el que será su último programa.
Nos ha sorprendido que el año de publicación de la película, 1976, narra una situación que hoy en día sigue estando vigente. Todos sabemos, que los medios de comunicación, manipulan sin escrúpulos a las masas para lograr un beneficio económico, es decir, todo medio de comunicación sigue una línea que sabe que es la que a sus espectadores interesa. No hay límites, no hay fronteras.
La televisión, es por ello, un medio comercial que controla y cohesiona diversos gustos y opiniones. Es el medio que más influye, ya que, la prensa escrita y la radio abarcan menos público en nuestra sociedad.
“La caja tonta” llega prácticamente a todo el mundo de una forma o de otra. “Si no sales en televisión, no existes”, por lo tanto, toda información que se de en cualquier espacio televisivo es una bomba de relojería capaz de extenderse a una velocidad que no podemos llegar a percibir. “Por qué yo? Porque salgo en televisión” dijo Beale mientras pronunciaba uno de sus discursos.
La manipulación a la que estamos sometidos por parte de los medios de comunicación es brutal. Somos meros títeres movidos por grandes empresas que controlan nuestras vidas, nuestras formas de pensar, nuestras preferencias a la hora consumir, en definitiva, todo lo que nos de rodea.
De una forma o de otra, todo lo que sale por televisión, llega a la sociedad en forma de bulo. Anuncios, noticias, programas, personajes, artículos de interés, es decir, vivimos condicionados y controlados por un conjunto de medios a los que no interesamos, para los que simplemente somos un grano de arena en su gran cuenta de ingresos. Unas empresas a las que no les importa dar buena o mala información, verídica o no, simplemente importa el hecho de que la gente pueda consumir su producto.
Chupan la sangre al pueblo, se aprovechan de la difusión que tienen para ser dueños y señores de nuestras vidas.
Estamos ante una de esas películas que por mucho que pase el tiempo mantiene una vigencia brutal gracias a su disección crítica del mundo. Todo se compra y se vende, todo es mercantilizable, como le dice uno de los jefes de la cadena a otro: “no somos una cadena respetable, somos un prostíbulo”.
Aquí os adjunto un pequeño discurso que concurre durante el film:
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